Zaragoza (y Lourdes)

Con la llegada de las vacaciones llegaron también las temidas notas. Las de Álvaro fueron bastante malas y a pesar de que en casa tenemos en cuenta que estudiar en otro idioma es difícil no podemos dejar pasar que el niño suspende porque «no hace el huevo».

El año que viene es determinante para poder elegir la opción que más le guste para el futuro por lo que pensamos que es mejor tomar medidas ahora que lamentarnos (todos) después.

Es por eso que se ha ido a pasar el mes de julio a Zaragoza, en un internado donde recuperará todo lo que no ha hecho este curso y sobretod donde le enseñarán a estudiar y a optimizar su tiempo.

Como un mes es muy largo (sobretodo si estudias 10 horas al día) le hemos dado una sorpresa y hemos ido a visitarle. Y así, de paso, hemos visto la ciudad.

Zaragoza es muy bonito, pero encontramos que no demasiado adaptada a los entretenimientos de los niños, pues casi todas las cosas «que ver» son monumentos y no encontramos ningún museo de historia natural (con lo que les gusta a los niños), museo de la ciencia o algo así.

Si encontramos en cambio un museo del fuego y de los bomberos que apenas lleva un año abierto y como David de mayor quiere ser «pompier» (=bombero), ¿lo sabíais? pues para allá que nos fuimos.

Pudimos probarnos los cascos, los trajes inífugos, subirnos a los coches de bomberos, ver un montón de maquinaria y un amable bombero nos explicó para que servía cada cosa, y hasta vimos unos dibujos en el que el Pato Donald es bombero.

Otra de nuestras paradas fue el acuario fluvial que han construido en uno de los pabellones de la antigua Expo (por cierto, que pena lo de la Expo, parece un pueblo fantasma).

Después de acuario, y como la visita a la antigua Expo duró muchísimo menos de lo que esperábamos decidimos hacer tiempo en «La playa» que es una playa artificial con tumbonas de esas con toldo, castillos hinchables para niños, zona de volley, chiringuito y animación para los más pequeños. Para mí es el paraiso. Poder tomarnos algo mientras los peques saltan en los castillos y los mayores se pelean en la arena es una gozada.

Pero ocurrió lo inesperado y es que de repente y sin avisar se levanto una tormenta brutal con granizo y todo y tuvimos que resguardarnos en el poco toldo del chiringuito. ¡Nos pusimos como una sopa! pero fue divertido.

Al día siguiente (y último en Zaragoza) los pasamos en el parque de atracciones. A pesar de lo que esperábamos vimos que estaba bastante preparado para los peques y que se pudieron subir en un montón de cosas. Disfrutaron de lo lindo y nos fuimos muy tarde, más que agotados después de pasar un día frenético. (Y nos fuimos porque se volvía a acercar una tormenta, ¿todas las noches llueve en Zaragoza?)

De camino a casa (y ya sin Álvaro) hicimos paradita en Lourdes que nos pillaba de camino. No pusimos vela a nadie, pero bebimos de la fuente como si no hubiera mañana (¡que calor!). David tardó como 15 minutos en separarse de ella, así que queda bendito para los restos.

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