Una casualidad llamada «groupon» nos puso delante este sitio tan pintoresco.
Pensamos que era ideal para los niños pues era un complejo de rulottes en mitad de la naturaleza y con algunas areas comunes en plan hotel.
No me dio tiempo de hacer fotos dentro una vez dejamos todas nuestras cosas, equipajes y comida pero era de lo más acogedora y cabíamos los seis cómodamente.
Fuera tuvimos ocasión de disfrutar del campo en todas sus facetas. Dimos paseos, jugamos con los columpios, con el arenero, a la pelota, paseamos un poco más…
La idea fue de un matrimonio que se cansó de la vida en la ciudad y se vinieron aquí con sus cinco hijos a criar caballos. Después de dormir durante un tiempo en una de estas rulottes se les ocurrió montan un negocio/hotel con ellas.
Ellos se encargan de todo y ves el trabajo y el mimo con el que lo hacen en los pequeños detalles, como los columpios, que son artesanales, o la sala común, que está llena de juguetes de sus hijos.
A nosotros nos supuso unos días de descanso en mitad del campo para poder jugar, correr y mirar las estrellas,…












