A nosotros, que nos encanta la fiesta y que somos los primeros en adoptar nuevas costumbres siempre que se trate de celebrar (por el bien de la integración, no os penséis), ya nos hemos vuelto asiduos de eso de esconder huevos de chocolate por el jardín y salir a buscarlos con una bolsa cursi.
Marcos, como buen hermano mayor, lideraba el equipo al que David seguía de cerca no sin antes protestar y enfurruñarse cuando Marcos (raudo y veloz) cogía un huevo que en realidad quería él.
Y así, entre carreras y busquedas exhaustivas concluyó la mañana y llenaron sus cestas de huevos de chocolate que les servirán de postre (varios días).




