Primavera y otoño siempre son temporada de ferias y fiestas de pueblos y nosotros aprovechamos para ir a todas las que podemos y de paso conocer los alrededores que siempre nos sorprenden gratamente.
Además, una de las cosas que me gusta de Francia (entre otras muchas) es que las ferias son temáticas. No se conforman con poner un mercadillo y alguna atracción. Todo está relacionado bajo un tema, ya sea la fiesta de la castaña, la de la calabaza, la de los juegos, la de las matemáticas, la del chocolate o la de la fruta, como en este caso.
Cada uno encontró su lugar en la fiesta de la fruta: Los peques pintaron máscaras de frutas y se pusieron tibios de melón y uva. Andrea perfeccionó su faceta de cocinera y aprendió a hacer una receta con melón (melón con sirope de frambuesa envuelto en galleta, mmmmmm!!!).
Álvaro se ha especializado en cócteles y aprendió a hacer uno de banana y fresas que estaba buenísimo. Tan bueno que cuando David lo descubrió ya no lo volvimos a probar.
En resumen, un gran día en un bonito pueblo para exprimir al máximo los fines de semana antes de que llegue el frío.






