Nos enteramos de que cerquita de casa iban a hacer un festival de juegos y para allá que nos fuimos todos. Fuimos más bien a curiosear, a ver que había, a pasar el día, pero lo que nos encontramos fue más, mucho más.
Para deleite de Juan quedó claro que por los contornos tienen bastante afición a los juegos. Pero no a los juegos normales, sino a los que le gustan a él, a esos de estrategia. Así que allí pudimos encontrar de todos los tipos y para todos los gustos.
Pero no queda ahí la cosa. En los exteriores (unos exteriores preciosos) habían montado una especie de exposición de juegos medievales gigantes en donde todos pudimos toquetear y probar nuestra puntería.
Y dentro, ay, dentro. Había de todo. Desde versiones gigantes de juegos más o menos conocidos como un concurso de creadores de juegos en donde el premio era comercializar al ganador (y que quedó desierto).
Había sorteos de juegos (¡ganamos uno!). Y muchas, muchísimas, pero muchísimas mesas para jugar.
Los peques también encontraron su lugar en un espacio que había reservado para ellos y en el que podían hacer puzzles, circuitos de trenes, jugar a las construcciones y fabricar grandes paredes con ladrillos gigantes.
La única pega es que no había servicio de guardería y papá y mamá tenían que hacer turnos para quedarse con los peques para que el otro pudiera hacer algo, pero por lo demás,…perfecto!!.
En definitiva, el paraiso familiar. Con deciros que nos pasamos el fin de semana ahí.