Dejamos atrás a Mickey Mouse y nos adentramos en París, la ciudad del amor.
Ay, París, ¿que tendrá que a todo el mundo le atrae?.
Nosotros, que ya la hemos visitado otras veces adaptamos el recorrido a ver solo lo más destacable y a aquellas cosas que pudieran resultar interesantes para unos niños preadolescentes (con los peques ni lo intentamos).
Así que visitamos, los puentes del Sena, Notredame, el Lovre (sin entrar, que los matamos), el arco del triunfo, los campos Eliseos, el Sacre Coeur, Montmartre…
Pero sin duda la estrella es y será siempre La torre Eiffel. Y es que mira que es fea ¿eh?, un mamotreto de hierro en mitad de monumentos históricos, pero la ves ahí soberbia, imponente y te enamora.


