Familia

Nos enteramos hace poco que en un pueblo que no conocíamos celebraban sus fiestas con una «suelta de globos aerostáticos» y después, al caer la noche un espectáculo pirotécnico de dos horas de duración y para allá que nos fuimos.

Llegamos puntuales, a la hora que decía el programa que iban a soltar los globos, pero los franceses, que tienen su propio ritmo y ninguna prisa para nada decidieron que podían empezar una hora y media más tarde sin ningún problema.

Esperar ese tiempo de más tirados al solecito en el cesped con los niños corriendo y jugando tuvo gracia los primeros diez minutos, después se hizo un poco insufrible.

Pero llegó el momento (por fin) y mereció la pena. Llegamos a contar hasta 20 globos, después perdimos la cuenta. Todos preciosos y llenos de colores. A los peques, que no habían visto nunca ninguno les encantaron verlos alejarse y hacerse pequeñitos.

Después hubo que esperar a que empezaran los fuegos artificiales. No estábamos muy seguros de si los peques iban a tener miedo o estar demasiado cansados, pero queríamos esperar por lo menos al primer «pum».

Y menos mal, al peque les chiflo y a nosotros nos dejó con la boca abierta bastante rato. Era como un espectáculo con coreografías y música, cada uno separada de la anterior y bastante largos (como de 10 o 15 minutos cada una).

La verdad es que fue una pasada.

Los peques aplaudieron como los que más y miraban embelesados al cielo.

No vale la pena hacer fotos de fuegos artificiales porque no se aprecia nunca lo bonitos que eran pero después pensé que eran los primeros fuegos de los peques y merecía la pena tener un recuerdo. Así que hice este video.

Como somos muy valientes y poco previsores nos fuimos sin nada de ropa de abrigo y enseguida empezó a hacer frío.

Entre eso, que David se surmió, que llevábamos como cinco horas sentados en el suelo y la espalda me mataba y resultó que el espectáculo tenía un descanso de 20 min. entre actos lo aprovechamos y nos fuimos.

Así que solo vimos la mitad (una hora, así mismo) pero el año que viene volveremos y esta vez vendremos preparados.

Desde que Juan y yo nos conocemos tenemos la tradición de cada otoño hacernos una foto en el mismo escenario (la Cruz de Santa Ponsa).

Con los años estamos viendo como cada vez somos más miembros y como los niños crecen por momentos.

Con el tiempo coleccionaremos un montón de fotos de estas a las que se irán uniendo novias, novios, parejas varias y después nietos, nietas, etc…y poco a poco iremos aumentando la familia hasta no caber en La Cruz

Estamos en la época del año perfecta para hacer excursiones. Ya no hace tanto calor como en verano, pero aún no han llegado el frío y las lluvias.

Nosotras la aprovechamos yendo a un sitio diferente todos los fines de semana que podemos. Este ha tocado Rocamadour y la Goffre de Padirac (dignos de verse).

La Goffre de Padirac no es más que una cueva enooooorme a la que por la erosión y el desgaste se le ha caido el techo, por lo que ha quedado un agujero de considerable tamaño.

Es bastante impresionante (aunque en las fotos no se aprecie) ver desde abajo semejante agujero.

La excursión continua en el interior de las cuevas donde hay estalactitas, estalagmitas y un frío que pela (y claro, a mediados de agosto no se nos ocurrió llevar chaquetas).

Lo mejor es el río subterráneo en el que te suben en unas barquitas (casi unas góndolas) y te llevan a dar un paseo contándote curiosidades de las cuevas y del señor que las descubrío y las hizo visitables.

Después de comer fuímos a Rocamadour, destino obligado.

Nosotros ya habíamos estado hace unos años pero faltaba enseñárselo a Alvaro y Andrea.

Estaba tal cual lo habíamos dejado.

Fue un acierto ir a última hora de la tarde, pues estaba bastante vacio en comparación con como suele estar.

Nos quedamos a cenar allí (en un sitio que estaba todo tan bueno que todos, todos, nos acabamos nuestros platos, incluida Andrea) y pudimos ver el anochecer sobre Rocamadour, que es todo una espectáculo en si mismo.

Después de mucho esperarlo, por fín llegó el verano y la idea es disfrutar de cada minuto porque el invierno es muy largo y necesitaremos recordarlo.

Para ello nada mejor que disfrutar de buena de un bañito en la piscina con buena compañía y un montón de comida rica, rica. ¿A que parece una guardería?.

A ver si encontráis a nuestros rubitos.

Con la llegada de las vacaciones llegaron también las temidas notas. Las de Álvaro fueron bastante malas y a pesar de que en casa tenemos en cuenta que estudiar en otro idioma es difícil no podemos dejar pasar que el niño suspende porque «no hace el huevo».

El año que viene es determinante para poder elegir la opción que más le guste para el futuro por lo que pensamos que es mejor tomar medidas ahora que lamentarnos (todos) después.

Es por eso que se ha ido a pasar el mes de julio a Zaragoza, en un internado donde recuperará todo lo que no ha hecho este curso y sobretod donde le enseñarán a estudiar y a optimizar su tiempo.

Como un mes es muy largo (sobretodo si estudias 10 horas al día) le hemos dado una sorpresa y hemos ido a visitarle. Y así, de paso, hemos visto la ciudad.

Zaragoza es muy bonito, pero encontramos que no demasiado adaptada a los entretenimientos de los niños, pues casi todas las cosas «que ver» son monumentos y no encontramos ningún museo de historia natural (con lo que les gusta a los niños), museo de la ciencia o algo así.

Si encontramos en cambio un museo del fuego y de los bomberos que apenas lleva un año abierto y como David de mayor quiere ser «pompier» (=bombero), ¿lo sabíais? pues para allá que nos fuimos.

Pudimos probarnos los cascos, los trajes inífugos, subirnos a los coches de bomberos, ver un montón de maquinaria y un amable bombero nos explicó para que servía cada cosa, y hasta vimos unos dibujos en el que el Pato Donald es bombero.

Otra de nuestras paradas fue el acuario fluvial que han construido en uno de los pabellones de la antigua Expo (por cierto, que pena lo de la Expo, parece un pueblo fantasma).

Después de acuario, y como la visita a la antigua Expo duró muchísimo menos de lo que esperábamos decidimos hacer tiempo en «La playa» que es una playa artificial con tumbonas de esas con toldo, castillos hinchables para niños, zona de volley, chiringuito y animación para los más pequeños. Para mí es el paraiso. Poder tomarnos algo mientras los peques saltan en los castillos y los mayores se pelean en la arena es una gozada.

Pero ocurrió lo inesperado y es que de repente y sin avisar se levanto una tormenta brutal con granizo y todo y tuvimos que resguardarnos en el poco toldo del chiringuito. ¡Nos pusimos como una sopa! pero fue divertido.

Al día siguiente (y último en Zaragoza) los pasamos en el parque de atracciones. A pesar de lo que esperábamos vimos que estaba bastante preparado para los peques y que se pudieron subir en un montón de cosas. Disfrutaron de lo lindo y nos fuimos muy tarde, más que agotados después de pasar un día frenético. (Y nos fuimos porque se volvía a acercar una tormenta, ¿todas las noches llueve en Zaragoza?)

De camino a casa (y ya sin Álvaro) hicimos paradita en Lourdes que nos pillaba de camino. No pusimos vela a nadie, pero bebimos de la fuente como si no hubiera mañana (¡que calor!). David tardó como 15 minutos en separarse de ella, así que queda bendito para los restos.

Una de las excursiones que teníamos pendiente de hacer desde hace tiempo es visitar el safari de Toulouse. Nos pasaba como con el de Sa Coma de Mallorca, queríamos ir, pero lo íbamos posponiendo y al final no fuimos.

Esta vez aprovechamos la visita de Alejandra para ir con ella y ver otro trocito de Toulouse que no conocíamos.

La verdad es que tiene su gracia eso de ir circulando con el coche por en medio de todos esos animales que te miran con condescendéncia.

Hay que ir esquivando a las avestruces que se acercan a todos los coches que ven y paran el tráfico asomándose a tu ventana.

También había dentro (esta vez ya sin coche) un minizoo con monos, peces, reptiles y un montón de tipos de cabras.

La verdad es que fue un día divertido, comimos allí y para reponer fuerzas nos tomámos un helado.

Este año ha sido la primera vez que viene a vernos alguien que no es de la familia (que ya os vale).

Ha venido a visitarnos una semana Alejandra, una amiguita del antiguo cole de Andrea.

Meses han estado preparando por medio del teléfono todos los detalles de sus estancia con nosotros. Que a donde iban a ir, a que iban a jugar, que iban a hacer, que iban a comer,….todo preparado hasta el más mínimo detalle.

La visita no decepcionó y las dos pasaron horas contándose secretos y confidencias, compartiendo momentos y sobretodo disfrutando la una de la otra.

Les dió tiempo de hacer de todo: Paseos en el río, baños en el lago, de visita por Montauban, por la mañana al mercado, de excursión al safari, cena en el diner,….ufff.

Yo creo que Alejandra se lo pasó bien (eso me dijo) y espero que otro día venga visitarnos de nuevo porque a nosotros nos ha encantado tenerla por aquí. (Hasta los peques preguntan ahora por ella).

Nuestra princesa ha cumplido 11 años y como viene siendo habitual lo celebra varias veces (porque ella lo vale9.

La primera fue con nosotros yéndose a cenar a su restaurante favorito y en donde le regalaron unos brownies con una vela por ser su cumpleaños.

El segundo lo celebró con sus amigos en el acrobranche, un sitio en mitad del bosque en donde puedes trepar, hacer tirolina y pasar de un árbol a otro con diferentes niveles de dificultad.

Lo celebramos una semana después para que coincidiera que estaba aquí su amiga Alejandra .

Se lo pasaron muy bien y lo del acrobranche resultó ser algo muy divertido y una manera original de celebrar su cumpleaños.

Felicidades, pitu, que cumplas muchos más!!!.

Termina un mes y empieza el verano de verdad. Aunque estemos con la cabeza puesta en las vacaciones tenemos tiempo de echar un vistazo atrás y ver todo lo que hemos hecho este mes.

Fuimos al rio/playa de Lamothe Capville, uno de mis sitios favoritos. A los niños les encanta ir porque pueden estar horas tirando piedrecitas al río o jugando con los cubos en la arena.

Hemos disfrutado de los primeros rayitos de sol en buena compañía y nos hemos dado nuestros primeros chapuzones de este año.

Hemos tenido alguna fiesta de fin de curso y algún festival que nos han llenado la agenda muchos de los días.

Hemos plantado semillitas que hemos visto convertirse en planta después de regarlas un poquito (casi) todos los días. A los peques les encantó y venían a enseñarlas orgullosos.

El final de curso siempre es una locura. se nos juntan los exámenes y las notas con los festivales, fiestas de fin de curso, exhibiciones, regalitos para las profes, planificación de las vacaciones y como no, el calor!!

A pesar de que Andrea ha hecho dos actividades extraescolares este año, (el badminton ha pasado sin pena ni gloria), el circo ha sido para ella todo un descubrimiento desde que fuimos aquí.

Ahora tocaba hacer balance de todas las cosas que ha aprendido y para eso nada mejor que una función de circo.

Vimos como hacía malabares, volteretas, se subía en una bola gigante, ….¡ la mejor, la mejor y la más guapa!.

Toda la familia fuímos a verla y a apoyarla porque estaba «un pelín» nerviosa, pero lo hizo genial.